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martes, 10 de septiembre de 2013

CUANDO DEJAS DE FUMAR, POR QUE ENGORDAMOS

Las teorías más comunes señalan que el aumento de peso que todos los fumadores experimentan cuando intentan superar su adicción se debe a la ansiedad que dicho proceso genera. Un sentimiento que, como todos hemos comprobado en alguna ocasión, conduce a los atracones intempestivos y a las visitas frecuentes a la nevera y que, por tanto, había sido considerado hasta ahora como el principal culpable del engorde de los exfumadores.



O, en su explicación alternativa, a que la nicotina elimina una sensación de hambre que reaparece cuando se deja de fumar. Sin embargo, un reciente estudio propone una nueva versión de los hechos.

Según la investigación realizada por un grupo del Hospital Universitario de Zúrich, en Suiza, encabezado por el profesor Gerhard Rogler, la razón puede encontrarse en la flora intestinal. Así pues, esta puede ser la razón por la que el fumador llegue a ganar hasta cinco kilos durante el primer año después de dejar de fumar, como manifiesta el estudio. En concreto, un 80% de los participantes habían aumentado hasta 6 kilos su peso.

La dieta no influye tanto como pensamos

El estudio, que ha sido publicado en las páginas de una de las revistas científicas más reputadas, PLoS One, y que ha gozado con financiación de la Fundación Nacional de la Ciencia Suiza, indica que cuando una persona deja de fumar, la composición de su flora intestinal es alterada de manera sensible. Los investigadores llegaron a dicha conclusión tras preguntarse por qué muchos exfumadores que juran y perjuran no comer más que en el pasado, aun así, notan un aumento sustancial en su peso. Y se dieron cuenta de que, efectivamente, no se trata de comer más o menos, sino de la flora intestinal.

La composición de esta era muy diferente a la de los fumadores y a la de los no fumadores del estudio, y mucho más semejante a la flora intestinal que suelen tener las personas obesas. Estas personas tienen un mayor número de bacterias de dos tipos diferentes, la proteobacteria y la bacteroidetes. Esos organismos trabajan de manera más eficiente a la hora de digerir las fibras más complicadas, por lo que los investigadores creen que una mayor presencia de este tipo de bacterias provoca que más alimento se transforme en grasa y que menos sea desechado en forma de heces. Al mismo tiempo, en la flora de estas personas descendía el número de otras bacterias, firmicutes y actinobacterias phyla.

El experimento fue llevado a cabo con un número muy reducido de pacientes, apenas 20, que fueron divididos en tres grupos: los fumadores, los no fumadores y los que acababan de dejar de fumar apenas una semana antes, cuya flora intestinal fue analizada. Mientras que los fumadores y los no fumadores tenían una diversidad bacteriológica semejante en sus heces, los nuevos no fumadores tenían una composición muy diferente. Además, los investigadores se cercioraron que los hábitos de alimentación y bebida de este grupo permanecía invariable, con el objetivo de descartar la hipótesis del mayor consumo de calorías. Los resultados son muy semejantes a los que ya se habían obtenido con ratas.


Las bacterias, clave

Este estudio se encuentra en una línea semejante al que esta misma semana aseguraba que el factor que más influye en el sobrepeso y la obesidad está directamente relacionado con la flora intestinal, según publicó la revista Nature. El estudio afirmaba que la baja presencia de bacterias en el intestino aumenta el riesgo de engordar.

“La riqueza bacteriana favorece la digestión de alimentos ricos en fibra o carbohidratos y protege al organismo contra las bacterias malas”, indicaba uno de los responsables del estudio. Dicha investigación recordaba la influencia que la obesidad puede tener en otras enfermedades derivadas como el colesterol, la diabetes, la hipertensión o los problemas cardiovasculares. En concreto, los responsables del estudio identificaron hasta ocho tipos diferentes de bacterias que influyen en nuestra digestión de la comida.

Diversos estudios han demostrado que el miedo a engordar es una de las razones (o excusas) que utilizan los fumadores para no afrontar su adicción. Como ponía de manifiesto un estudio realizado por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), el 50% de las mujeres y un 26% de los hombres señalan que la posibilidad de aumentar de peso los disuade de abandonar el tabaco.







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