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domingo, 8 de septiembre de 2013

2 JÓVENES EMPRENDEDORES FABRICAN UNA CERVEZA A GUSTO DEL PÚBLICO BRUSELENSE

Dos jóvenes economistas, uno francés, Sébastien Morvan y otro belga Olivier de Brauwere, han creado en el país de la cerveza una nueva a medida del público de Bruselas, al que ofrecieron durante semanas una degustación de cuatro prototipos de fabricación casera.


La rubia amarga de seis grados que prefirió la clientela de la capital europea ha mantenido el nombre de prueba, "Delta", y lleva una sencilla etiqueta negra y verde en la que se lee "Brussels Beer Project", como estos dos emprendedores han bautizado a su proyecto por su espíritu de evolución y adaptación constante.

Puede encontrarse por el momento en poco más de una decena de establecimientos de Bruselas y un par de tiendas especializadas, pero sus creadores confían en que el boca a oreja y las redes sociales hagan el resto.

"Delta es una mezcla de tradición e ingredientes belgas y sabores afrutados de países exóticos. Solo olerla te permite viajar muy lejos", asegura Morvan en declaraciones a Efe.

"Huele como el cielo, amarga como el infierno" fue el eslogan que estos dos economistas eligieron para promocionar este prototipo, que competía con dos tostadas (Alpha y Beta) y una negra con sabor a cereza (Gamma).

Quieren huir de la producción industrial masiva de cerveza y establecer una fábrica a menor escala, pero con la última tecnología, que les permita lograr un sabor 100 % natural y una calidad superior.

Mimo, dedicación, colaboración y creatividad son algunos de los aromas que intentarán infundir a un producto que aún tiene mucho camino por recorrer, y con el que esperan llegar a otros países, explican.

"Si no exportas no sobrevives", asegura Morvan, y adelanta que el siguiente movimiento que tienen en mente es introducir Delta en algunos establecimientos de París y probablemente Barcelona o Madrid el próximo año.

Reconoce, no obstante, que la expansión a mayor escala es de momento un sueño futuro y que ahora deben concentrarse en reunir los mil millones de euros que calculan que necesitan para consolidar el negocio.

Hasta ahora les han bastado sus ahorros y el "love money", como llaman al dinero procedente del cariño de la familia y los amigos, pero ya tienen una segunda y una tercera etapa prevista para la financiación del proyecto, aunque se niegan de momento a recoger sus ideas en un plan de negocio de 200 páginas a la vieja usanza.

El cada vez más popular "crowdfunding" o micromecenazgo es su siguiente paso: tienen previsto ofrecer un "bono para toda la vida" en cerveza a cambio de una contribución anónima ahora que necesitan más apoyo.

Desde el lanzamiento oficial de Delta el jueves, todos los interesados puede encontrar en su página web www.beerproject.be las indicaciones para hacer su aportación.

La última fase tendrá que pasar irremediablemente por el crédito bancario, afirma Morvan, quien espera poder limitar este tipo de financiación a la adquisición de maquinaria necesaria para establecer la fábrica.

Hasta entonces, Delta seguirá siendo elaborada en las instalaciones de Bart Durlet, que comparte sector y ahora amistad con estos dos jóvenes, tras surgir directamente del garaje de Olivier de Brauwere, quien parece predestinado al oficio por su apellido, que suena como "cervecería" en flamenco ("brouwerij").

"Fabricamos la cerveza en mi casa. Compramos un equipo pequeño, de 30 litros, para probar las distintas recetas, mezclar distintos tipos de lúpulo y cereales, hacer infusiones de especias...", explica a Efe de Brauwere.

"Mi mujer no fue la persona más feliz del mundo por los olores que genera la fabricación de cerveza, que a mí me encanta", confiesa.

Como objetivo para el primer año de rodaje se fijan la producción de 120.000 botellas, unos 400 hectolitros de cerveza, lo que, producido a pequeña escala, suena a costoso y caro.

"No es un proceso fácil. Con la fermentación, producir Delta lleva unas seis semanas", señala Morvan, quien tuvo que ponerse al día contrarreloj, como su compañero, en las técnicas de fabricación.

Quieren seguir plenamente implicados en la fabricación del producto, y no contemplan subcontratar un fabricante y encargarse en exclusiva de gestionar el negocio, pese a lo que pueda sugerir su formación en economía y empresariales.

Tienen claro, sin embargo, que lo suyo tampoco es quedarse en un negocio local a pequeña escala, y sueñan con el día en el que tengan empleados a su cargo y cuenten con los recursos para expandirse.

"Era ahora o nunca. Lo hemos dejado todo y ahora no hay marcha atrás", afirma este bretón, que abandonó un empleo seguro en una multinacional y cambió su lugar de residencia por tachar una línea de su lista de "cosas que hacer antes de los treinta".






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