Las sobras de la noche anterior, la pizza congelada, la taza de café: todo sale humeante del microondas, pero en pocos minutos parecería que ese calor desaparece. ¿Es una sensación? ¿O un hecho? Aquí, tres revelaciones para disipar dudas, de la mano del escritor especializado en ciencia y gastronomía Harold McGee.
1. En el caso de la pizza congelada -y productos similares-, lo que sucede es que, cuando se calientan en un horno, el calor sube la temperatura del recipiente (en general de algún material metálico) a un nivel mucho mayor que la del alimento. Entonces, al servir, el mismo recipiente oficia de fuente de calor y permite mantener la comida cálida más tiempo. El microondas no hace lo mismo con los platos y bandejas que se introducen en él, por lo que tu cena logra perder temperatura más rápido.
2. En las comidas más voluminosas, como pastas y risottos, la cuestión es el calentamiento desigual: la energía del microondas no llega a todas las superficies de la preparación al mismo tiempo ni con la misma intensidad. Así, es común que el centro del plato esté bastante más frío que la parte exterior, y al sacarlo del microondas, esa diferencia de temperatura busca equilibrarse, enfriando toda la porción.
3. Cuando se trata de alimentos reducidos o de una taza pequeña de café, por ejemplo, también ocurre un calentamiento desigual; pero esto se suma a que el calor se escapa con mayor facilidad de las piezas más chicas. Deben consumirse más rápido una vez calientes.
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