Un helado de yogur puede responder a dos
funciones de la alimentación: por una parte aportan energía y
nutrientes, mientras que por otro lado, mejora el estado anímico de
quienes lo consumen, revela el informe “Helados sanos por 3 razones”,
elaborado por diversas Universidades e Instituciones Españolas.
Aliados de tu figura
Una de las principales características del helado de yogur es que se elabora con leche descremada, y para obtener esa denominación o certificado, debe contener al menos 10 millones de probióticos en promedio por porción (bacterias bífidus y lactobacilos benéficos para el sistema digestivo e inmunológico), según un análisis de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) de España.
Por la necesidad de cuidar la figura, se ofrecen alternativas sin azúcar y bajos en grasas, además de que en realidad 90% de su contenido es agua, por lo que una porción de 100 gr equivale a alrededor de 140 calorías, a las cuales se suman los ingredientes o toppings con los que se llegan a combinar. Lo ideal es hacerlo con algunos frutos secos o de temporada.
El placer de disfrutar un helado
Si alguna vez te has preguntado por qué te sientes mejor después de comer helado, se debe a que los helados funcionan como endorfinas, que actúan en el sistema nervioso y producen esa sensación de placer y bienestar.
Estas sustancias actúan como reforzadoras de la conducta que ha dado lugar a su ingesta; es decir, activan la liberación de hormonas para el mecanismo del placer en el cerebro, por lo que a veces resulta “adictivo” o difícil parar de comerlo, tal como sucede con el chocolate.
En general, los helados de yogur, frente a las opciones tradicionales u otros postres, son más saludables e incluso su consumo recomendado, no obstante, es importante considerar que dependiendo de las combinaciones y cantidad ingerida, pueden o no ser benéficos para la salud física y emocional.
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