El fenómeno se produce entre julio y diciembre con la población cuadrúpeda de pequeños poblados como Kilonito, Indupa, Singiraine, Iloshon, Inaudot, Elonchekut Supat, y Emirishoi, de acuerdo con la reseña que hace el diario The Star de Kenia.Según cuentan los pobladores de varias localidades del sur del país africano, todos los años unos 3.000 ejemplares abandonan a sus propietarios para aparearse y "engordar" antes de que llegue la temporada de sequía.
Para un país de vocación agrícola muy dependiente de pequeñas parcelas privadas, la falta del burro podría ser una mala noticia que presagiaría complicaciones para el trabajo de los campesinos, sin embargo estos no se alarman porque saben que el burro ido eventualmente regresará para seguir acarreando.
Porfiados pero fieles
William Moile, un jefe local citado por el diario, cuenta que los burros "simplemente se niegan a escuchar a sus amos y parten a las llanuras a comer y a hacer fiesta" antes de volver a ayudar para la temporada seca.
"Crecí aquí y durante los últimos 40 años nadie ha puesto en duda sus hábitos. Para nosotros es normal que las bestias de carga quieran descansar", añade Moile con muy humana comprensión.
Otros ancianos comentaron que sus asnos sólo se presentan al lugar de trabajo mientras son utilizados para recoger agua de los pozos y ríos y que cuando no están dedicados "a este tipo de servicios" desaparecen.
"Ellos saben cuál es su calendario, así que nadie se molesta en ir a buscarlos", le cuenta Moile a The Star.
John ole Karasi, uno de los agricultores locales consultado por el periódico, dice que no se preocupa por la suerte de sus 35 burros cuando llega la temporada "vacacional".
Él sabe que eventualmente las bestias regresarán por su propio pie, o para decirlo con mayor precisión, por su propia pata.
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