¿Qué recuerda la gente de un debate como el que vimos el jueves? Los expertos en comunicación política dicen que tenemos la memoria corta, que retenemos sólo el 7% de lo que escuchamos. Así que además del inolvidable #findelacita, este será el debate del "me equivoqué" y el "no dimitiré".
¿Y quién gana un debate? Esos mismos expertos, tan consultados en las sedes de los partidos, constatan que el debate no lo gana el mejor, sino el que primero consigue instalar en la opinión pública la creencia de que lo ha ganado. No importa que dé muchas o pocas explicaciones, no importa que lo haya ganado realmente. Importa que la gente crea que lo ha ganado.
Por eso basta con asomar un micrófono en el pasillo de Senado al acabar el debate para que se acerquen a él asesores de un lado y del otro. Por eso los estrategas se mueven rápido, tan rápido como los encuestadores que, a esa hora, empiezan a trabajar ya en los primeros sondeos que determinarán quién gana y quién pierde. Por eso los vídeos y los argumentarios corren como la pólvora.
En el debate del jueves descubrimos que Rajoy está enfadado con Rubalcaba, no con Bárcenas. Era pura estrategia. Otra vez. "Nos ataca a nosotros -reconocen en el PSOE- porque es lo que más anima al PP, lo que más cohesiona en torno a Rajoy". Se unen contra el adversario, más aún si el adversario es Rubalcaba. Ferraz replica con la misma moneda: ha puesto a Rajoy en el centro de su discurso. La discusión política se enfanga, pero ya no hay salida.
El amago de una moción de censura, el anuncio de una comisión de investigación e incluso esta ofensiva a golpe de vídeos y lluvias de tuits consolidan una estrategia de oposición dura, la que reclamaban muchos en el PSOE y que se aleja del espíritu de pacto exhibido hasta ahora. La lectura en Ferraz es que, con el giro, Rubalcaba sale fortalecido, porque al presentar iniciativas refuerza su papel de líder de la oposición y porque logra cerrar las filas internas, tan agitadas siempre.
Hace unos años, en tiempo de otros escándalos y mientras se demostraba que los vídeos de los partidos ya eran una herramienta eficaz, con la que expandían viralmente su mensaje, un veterano dirigente socialista comentó con sorna: "Es curioso. Al final volvemos al viejo título: Sexo, mentiras y cintas de vídeo". Habrá que seguir atentos a la pantalla.
¿VES ALGUNA DIFERENCIA?
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