El malogrado rey del pop llegó al punto de pagar 30 millones de dólares al año en intereses de los cerca de 500 millones de dólares que acumuló en deudas durante los años previos a su muerte. Fueron sus desenfrenados gastos en mobiliario y su afición por exclusivas y extravagantes piezas de arte los que hicieron que Michael Jackson acumulara esa cantidad en deudas, algo a lo que también contribuyó el fracaso de sus últimas giras, que no reportaron suficiente dinero como para hacer frente a las costumbres despilfarradoras del artista, según declaró al juez William R. Ackerman, contable responsable de investigar las cuentas de Michael Jackson tras su muerte.
Ackerman fue llamado a testificar el lunes --a petición de la promotora de conciertos AEG Live-- en el juicio por la muerte del emblemático artista. Durante su testimonio, aseguró que Michael gastaba diariamente grandes cantidades de dinero en viajes, donativos solidarios, regalos e "ingentes cantidades de joyería", unos gastos que superarían sus propios ingresos.
"Gastaba más de lo que ingresaba. Consecuentemente, el grueso de sus gastos correspondía a los intereses del banco. Pagaba enormes cantidades de dinero en intereses por sus deudas. En un año podía gastarse entre 15 y 20 millones de dólares más de la cantidad que ingresaba en sus cuentas", explicó Ackerman durante el juicio.
Además, el rancho Neverland --lugar donde residió Michael desde 1988 hasta 2005-- y el parque temático con el que contaba no ayudaron al bolsillo del artista, quien se veía obligado a pagar una gran suma de dinero en el mantenimiento de las distintas atracciones, los animales del centro y el sueldo de los trabajadores.
Su mala salud financiera llegó a tal punto que los bancos y las empresas de créditos se negaron a partir de 2007 a proporcionarle más dinero a Michael, algo que hizo que no pudiera cubrir la hipoteca del hogar familiar en la que residía su madre Katherine.
"Estaba en la ruina. Nadie le quería prestar dinero", confesó Ackerman.
Este nuevo testimonio se enmarca en la batalla judicial que enfrenta a la familia del malogrado artista y a la promotora de conciertos AEG Live, contra la que los familiares del rey del pop interpusieron una demanda por negligencias en la contratación del doctor Conrad Murray, responsable de aplicar la dosis letal de Propofol que acabó con la vida de la estrella de la canción en 2009.
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