Realidad: Ni el café ni un baño acelera el procesamiento de eliminación del alcohol consumido. Este se eliminaría de la sangre a razón de un vaso de vino por hora, teniendo como referencia el organismo de un hombre de aproximadamente 80 kilos. Recordemos que las mujeres al tener menor contextura física, agua y grasa corporal tardan más para procesar cada trago o vaso de alcohol.
Mito: Las bebidas suaves como el vino y la cerveza emborrachan menos.
Realidad: Los efectos del alcohol son los mismos con todas las bebidas. El impacto en el cuerpo del individuo depende siempre de la graduación alcohólica de cada bebida y de la cantidad que se ingiera. Además, si se es hombre o mujer, del contexto donde se consume, de las expectativas, del estado de ánimo y de las características psicológicas y corporales de quien lo hace. También dependen del peso corporal, presencia de otras drogas y enfermedades pre-existentes, entre otros factores.
Mito: El alcohol facilita el diálogo.
Realidad: Las personas pueden sentirse relajadas con algo de alcohol. Sin embargo, en la medida que aumenta la cantidad de alcohol ingerida, disminuyen las posibilidades de comunicación.
Realidad: El daño que provoca el alcohol no depende del día en el que se ingiere, sino principalmente del vínculo que se establece con la sustancia, es decir, la manera en la que cada uno incluye al alcohol en sus actividades, por ejemplo, las que realiza los fines de semana. Además, influye la cantidad que se ingiere, la frecuencia y la velocidad.
Mito: La bebida alegra, estimula.
Realidad: Es posible que la persona se desinhiba, pero NO es un estimulante. Esta idea está basada en la creencia errónea entre el consumo de alcohol y diversión, culturalmente arraigada.
Realidad: Aún en pequeñas cantidades el consumo de alcohol puede producir alteraciones que afectan la capacidad de respuesta de los reflejos y la percepción del tiempo-espacio, lo cual aumenta la posibilidad de lesiones y accidentes.
Mito: Hay gente que sabe beber y no se emborracha, aún después de varias copas.
Realidad: De ser así, significa que se ha desarrollado lo que se conoce como tolerancia, lo cual es más grave ya que el cuerpo deja de avisar sobre los efectos perjudiciales de la ingesta de alcohol en la salud integral de la persona. Sin embargo, estos efectos se siguen produciendo.
Realidad: Sólo un porcentaje muy pequeño (10%) se elimina de esta manera. El resto se metaboliza por el hígado y se convierte en azúcar.
Mito: El alcohol facilita las relaciones sexuales.
Realidad: Las personas pueden sentirse desinhibidas con algo de alcohol, pero por ser un depresor del Sistema Nervioso Central, su consumo puede inhibir la respuesta sexual. Además, favorece prácticas sexuales de riesgo, embarazos no planificados o enfermedades de transmisión sexual.
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